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ALBERTO M. CENTENERA  |  ESTADO FALLIDO

¿Es un arcoíris un arcoíris, si no tiene colores? ¿Es un Estado un Estado, si no es capaz de cumplir sus funciones más básicas? Estado fallido es un término periodístico, que se ha acuñado en los últimos años, para definir situaciones en las que un Estado soberano no es capaz de garantizar ni proveer derechos fundamentales como la vivienda, el trabajo digno o la libertad de expresión.
Para dar un Estado por fallido, existe una serie de criterios relacionados con los índices de criminalidad, corrupción, debilidad del sistema económico y judicial o trabas burocráticas, que ofrecen marcadores sobre la actividad de un gobierno y si éste se puede dar por fallido. Como otros términos sociopolíticos, declarar un Estado fallido es una cuestión subjetiva que depende de con qué otros sistemas se compare y dónde establezca un país los límites de un posible fallo gubernamental.
No obstante, hay problemas comunes a todos los gobiernos que se encuentran en esta situación. En un Estado fallido el gobierno, corrupto y debilitado, se desentiende de sus tareas principales, provocando migración, inseguridad, pobreza social y cultural. Por otra parte, las empresas privadas ejercen un poder socioeconómico que no les corresponde, pero que asumen impunemente. La soberanía popular se convierte en una utopía. La información ya no es información, sino ficción. La seguridad ya no es seguridad, sino imposición.
Cuando el poder ya no reside en el pueblo, existe otro tipo de fuerza popular que difícilmente puede ser arrebatada: la crítica mediante el humor, la ironía y la poética, conductores de una resistencia cultural que desafía a los resquebrajamientos de un sistema caduco.
La obra de Alberto M. Centenera se inserta en este escenario como un nuevo punto de vista que plantea estrategias alternativas para afrontar el panorama político. Para Alberto, la sencillez y la deliberada ingenuidad son el contraste necesario para desgranar un mensaje socialmente complicado; le interesa la actualidad política, pero también cómo abordarla.
Artista de dualidades, basa su obra en el dibujo y en el acto de revelar ideas que conlleva este proceso. También usa técnicas como el bordado, el collage o la fotografía, porque encuentra en ellas el medio perfecto para desarrollar su faceta poética y delicada y, a la vez, son el soporte ideal para plasmar la dureza y la violencia de lo representado.
El lenguaje artístico de Centenera es tan afilado como estéticamente armonioso y esto es, precisamente, lo que persigue: proporcionar unas herramientas visuales para enfrentarnos a una sociedad altamente compleja, con problemas económicos y fracturas sociales, desde una perspectiva aguda, irónica e inocente.
Por eso, “Estado fallido” es una denuncia ácida pero naif; un grito de guerra desde la sonrisa, un deseo de movilización desde el humor; y una búsqueda de nuestra identidad a través de las libertades arrebatadas.

Irene Calvo,
COMISARIA