.
Con la revolución tecnológica, nos adentramos en una realidad en la que nuestro entorno se fue cosificando debido a la formula nihilista y dócil de la sociedad capitalista, hasta desprenderse del origen mayor al que todo pertenece.
De esta forma, las sociedades tecnológicas han marcado una frontera ardiente con lo salvaje, sellando una desconexión con la naturaleza tan profunda que nos ha hecho olvidar elementos fundamentales como la interdependencia y la resiliencia del ser humano con su entorno primigenio.
Estamos en una sociedad que nos mantiene desconectados de nosotros mismos, de nuestras fuentes de energía vital, de nuestros instintos y del lugar primigenio que compartimos con el mundo animal. Parece que ya no recordamos que somos un animal más y que llevamos en los genes lo salvaje (el giro rápido ante un ruido, el corazón acelerado ante el peligro, el silencio y la quietud al observar).
Entendemos la naturaleza –animales, plantas, ecosistemas, etc.- como un objeto exclusivamente material, proveedor de recursos que explotar con el fin de obtener beneficio.
Problemas como el cambio climático nos pone por delante otra realidad en la que los seres humanos no estamos por encima de nada, no somos la unidad representativa del planeta. Nos asomamos a un precipicio del que estamos a punto de caer, y solo el instinto animal del vértigo, nos permitirá dar un paso atrás y correr hacia lo salvaje.
Al entorno seguro.
//////////////////////////////////////////////
CON EL APOYO DE: